Los genes: el alfabeto de la vida
El alfabeto del idioma en el que se expresa el ADN contiene solo cuatro letras — las cuatro bases A, G, C y T — pero con él se pueden construir infinidad de secuencias distintas y, por tanto, el ADN puede almacenar un número prácticamente infinito de mensajes genéticos diferentes. El idioma del ARN es similar al del ADN, pero utiliza uracilo (U) en vez de timina.
Un gen es un segmento de ADN (o de ARN en algunos virus) que contiene la información necesaria para la síntesis de una proteína. Los genes de un organismo eucariota no se encuentran situados a lo largo de un único filamento de ADN, sino repartidos en una serie de estructuras delgadas y filamentosas, denominadas cormosomas, que se localizan en el núcleo de las células.
El alfabeto de la vida: un idioma de cuatro letras
Las cuatro letras de este alfabeto se combinan para formar palabras que, a su vez, forman las frases de un capítulo del libro de la vida. Si cada libro es un cromosoma, cada capítulo es un gen formado por frases hechas con palabras: las palabras de los genes están formadas por combinaciones de tres letras que reciben el nombre de tripletes. Generalmente, las frases están formadas por miles de palabras, es decir, los genes están formados por centenares de tripletes que dan lugar a secuencias de miles de bases.
Todos los genes que constituyen el genoma de un organismo se disponen en largos filamentos de ADN, cuya secuencia es como una huella digital única que determina la naturaleza de dicho organismo: una bacteria, un tomate o un ser humano. El ADN es una cadena larguísima de texto escrita con las cuatro letras del alfabeto de la vida y los genes son secciones de esta cadena que determinan las características de cada individuo y la especie a la que pertenece.
El idioma de las proteínas
Además del idioma del ADN, también existe el idioma
de las proteínas, algo más sofisticado, ya que su abecedario consta de
veinte letras, que son los aminoácidos. Las proteínas se diferencian
unas de otras por la secuencia de sus aminoácidos y por la estructura
que adoptan en el espacio, de la cual depende la función que desempeñan.
Las
proteínas son las moléculas responsables de la actividad biológica y
las más variadas que existen, capaces de construir múltiples estructuras
celulares que desempeñan una enorme diversidad de funciones biológicas:
estructural, defensiva, hormonal, transportadora, enzimática, etc.
En
realidad, "somos" nuestras proteínas, ya que los genes, es decir, el
ADN como tal, tiene escasa acción directa sobre el funcionamiento del
organismo: los genes no transforman oxígeno, no catalizan reacciones
para obtener energía, ni destruyen a los genes invasores.
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